sábado, 11 de junio de 2016

Cesárea, una herida que se cierra, pero que nunca desaparece

Siento la necesidad de escribir sobre mi experiencia, esperando que me sirva como vía de escape, como camino de reflexión, como guía hacia la redención.
Viví mi primer embarazo con una felicidad completa, preparada para dar a luz a mi niña, dispuesta a soportar el dolor, a que tuviesen que hacerme episectomía, ... Lo que nunca me había planteado es que tuviesen que hacerme cesárea. Mi madre ha parido 5 veces y las 5 fueron rápidas y por vía vaginal. Y yo, ingenua de mí, pensaba que iba a heredarlo. Pues bien, el día del parto llegó. A las 12:00 del mediodía sentía muchas molestias, así que me fui al hospital. Allí me dijeron que estaba de parto pero que aún faltaba mucho, así que lo mejor sería que volviera a casa donde podía estar más cómoda, ducharme,... Así lo hice. Estuve en casa hasta la 1:00 de la madrugada cuando ya tenía dolores más fuertes. Entonces volví al hospital y ya me dejaron allí, aunque todavía sólo tenía 1 cm de dilatación. En la exploración me rompieron la bolsa y yo pensaba que todo iría más rápido a partir de ahí, pero no fue así. A las 7:00 de la mañana sólo estaba de 4 cm, pero ya me pusieron la epidural. Y menos mal, porque hasta las 16:00 no estuve dilatada de 10 cm. En ese momento empecé a realizar los pujos y así estuvimos 3 horas. Primero en la sala de dilatación y luego en el paritorio. Pero Elena no quería salir. Aunque estaba totalmente dilatada, en cada pujo bajaba y luego volvía a subir. Así que me dijeron que tenían que hacerme cesárea. No consiguieron hacer nada por evitarlo. A mí se me vino el mundo encima. Después de la cantidad de horas de esfuerzo tanto por mi parte como por la de mi niña, yo no iba a ser capaz de parirla. No podía parar de llorar. Me durmieron por completo y cuando desperté mi niña ya estaba fuera. La tenían las enfermeras y yo, que tenía los brazos atados a la camilla, no podía cogerla. Tan sólo me la pusieron al lado de mi cara para que pudiese verla y darle un beso, y a continuación se la llevaron. Afortunadamente luego me enteré que estuvo todo el tiempo con su padre, pero no lo supe hasta 5 horas después. Sí, estuve 5 horas en el despertar, sin poder ver, tocar, dar de mamar a mi niña, rodeada de otras mujeres, enfermas de distintas cosas. No podía parar de llorar. Después de esas 5 horas, cuando ya eran las 00:30 de la noche, me sacaron de la zona del despertar y me llevaron a donde estaba mi familia. Allí estaban los que habían sido capaces de esperar ese interminable número de horas, y entonces mi madre me miró y me preguntó: ¿Qué?, ¿qué te ha parecido parir? Y las dos nos pusimos a llorar sin consuelo. Porque yo siempre había escuchado que era el momento más bonito de tu vida, porque mi madre misma lo había vivido así, y sin embargo para mi había sido un calvario tan grande que hoy día, cuando ya han pasado 3 años, aún lloro cada vez que lo pienso, lo hablo o lo escribo. Finalmente me subieron a la habitación y allí estaban, mi marido con mi niña en brazos. Por fin pude cogerla y darle el pecho. Ya nunca la solté. Siempre que puedo la cojo en brazos, intentando rellenar esas 5 horas que estuvimos separadas, consciente de que nunca lo conseguiré.
Dos años después me quedé embarazada de mi segundo hijo. Pensé que por fin podría resarcirme dando a luz a mi retoño de una forma más natural. Pero tampoco fue así. Estuvo de nalgas casi desde el principio, y así se mantuvo hasta el final. Así que me programaron la cesárea en la semana 40. Esta vez fue menos traumática porque, como digo, fue programada, así que ya sabía a lo que iba. Además fue muy rápido. En 20 minutos mi niño estaba fuera y yo estuve consciente en todo momento y lo pude tocar en cuanto nació. Y en cuanto terminaron de coserme lo pusieron en mis brazos, por lo que pasamos el despertar juntos, empezando a conocernos cara a cara, comiendo de mi desde su primera hora de vida.
Aunque esta segunda experiencia fue mucho más bonita y gratificante que la primera, no puedo evitar sentirme incompleta, incapaz de dar a luz, de ser mujer en la naturaleza misma de lo que eso significa. Con el tiempo espero ser capaz de perdonarme a mi misma.

10 comentarios:

  1. Entiendo que es como te lo has tomado pero yo personalmente no creo que seas peor madre o menos mujer por no tener un parto vaginal. Cada cuerpo y cada parto son distintos y lo que importa, según mi parecer, es que madre y bebé estén bien. Eres una madraza y la cesárea no hace que no lo seas. Pero puedo entender que no sea lo que esperabas.

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    1. Muchas gracias por leerme y sobre todo por escribirme. Ya sé que no me convierte en peor madre, pero también sé que no puedo evitar sentirme incompleta. Y sólo quería escribirlo por si puedo ayudar a que otras mujeres que se sientan igual que yo puedan sentirse un poco mejor, o al menos que sepan que hay otras a las que también nos pasa. Y también para desahogarme yo misma. Escribirlo me resulta más fácil que hablarlo.

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  2. Las experiencias han sido completamente distintas, ni mejor ni peor, solo diferente. Cada parto nos hace vivir un momento inolvidable que nos queda para siempre. Y debes pensar que has traído a dos personitas que te querrán con locura, igual que tú a ellos. El cómo da igual, eres una gran madre. Y ellos te querrán igualmente.

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    1. Muchas gracias Silvia por tu apoyo. Yo siempre tengo presente que he dado vida a dos personas maravillosas y que nos queremos mutuamente con locura. Pero como digo eso no evita que sienta lo que siento. No lo he escrito para dar pena y sé que la cesárea salva vidas. Pero en mi yo interno siento esto que cuento. Y tenía necesidad de contarlo.

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  3. La forma en que cuentas tu experiencia deja ver que eres una madre inigualable. No sufras por haber traído a tus hijos al mundo por cesárea, alégrate de que hayan llegado de la mano de alguien como tú.
    Un beso preciosa,

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    1. Laura muchas gracias por tus palabras. Son siempre reconfortantes. Supongo que con el tiempo este sentimiento pasará o al menos aprenderé a llevarlo. Por supuesto, disfrutar de dos hijos maravillosos a mi lado, me ayuda enormemente.
      Gracias otra vez.

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  4. Muchacha, eres muy dura contigo misma, no? Sé cómo te sientes pero creo q no hay nada q perdonarte, al revés! Una cesárea es otro modo de parto. Desahógate y pasa página! Eres una mamá estupenda y eso es lo importante para tus peques!! Besitos!

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    1. Gracias por escribirme Leti. No creo que sea muy dura, simplemente pensaba que mi forma de parir iba a ser más natural, y al no poder llevarlo a cabo como siempre lo había pensado, me ha frustrado. Por eso tengo esa sensación de culpa, como si mi cuerpo no se hubiese preparado lo suficiente. Supongo que sólo hace falta algo más de tiempo para superar ese sentimiento. Desde luego lo mejor hubiera sido haber estado preparada para la posibilidad de cesárea igual que lo estaba para el resto se cosas. La segunda cesárea la pasé de una forma muy diferente. Te lo digo por si te sirve de ayuda, intenta estar preparada e informada para cualquier posibilidad. Creo que eso es lo que más ayuda. Un beso fuerte.

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  5. Da igual la manera de traer un hijo al mundo. Importa mucho más el alma y el sentimiento que cualquier otra cosa. Pero aunque pienses que tu cuerpo te ha fallado, piensa que en realidad te ha ayudado a cumplir tu sueño de ser madre de dos preciosas criaturas, Elena y David. Abrázate, te lo mereces. Desecha ese sentimiento de culpa que te hace sufrir. No tiene sentido. Tus hijos no han podido tener mejor madre, que lo sé yo. Un besito.

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    1. Muchísimas gracias por tus palabras Carmen, se que las escribes desde un cariño profundo. En cuanto a lo de desechar el sentimiento de culpa, no es algo fácil ni automático. Seguramente será cuestión de tiempo, autoconocimiento y descubrimiento de vivencias parecidas que nos ayuden a encontrar una paz interior que a veces se rompe sin poder evitarlo.

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